Hoy, en una tarde de desesperanza, amargura, desquicio y desesperación,
casi sin querer, me he puesto sus zapatos,
los zapatos de los que ahora mismo ya tienen seguro
que no cenaran nada esta noche,
en los zapatos de los que saben que mañana,
no solo no tienen que ir a trabajar,
sino que además no saben si podrán comer.
Los zapatos de los que lloran en silencio, casi sin querer, me he puesto sus zapatos,
los zapatos de los que ahora mismo ya tienen seguro
que no cenaran nada esta noche,
en los zapatos de los que saben que mañana,
no solo no tienen que ir a trabajar,
sino que además no saben si podrán comer.
con un dolor en el estomago y movimientos extraños en el corazón,
dolorido por el miedo a que esta situación se alargue mas y mas,
por no tener acceso a medicamentos,
el miedo a la soledad, esa que solo produce llanto profundo y doloroso.
Los zapatos de los que las circunstancias de la vida les ha dejado hasta sin amigos,
sin techo,
sin comida, sin esperanza.
Cuando enciendo la lámpara no puedo dejar de pensar
en los que han okupado una casa en la que no tienen luz,
y a una hora temprana tienen que quedar inmóviles porque no hay televisión,
ni comida, ni agua, ni ropa,
¡ es tan fácil intentar saber como se sienten!
No he mencionado a los niños,
que forman parte de estas situaciones,
porque entonces... si que se me encoge el alma,
mas aún, si es posible.
E.M.
