sábado, 9 de julio de 2011

S.C.















Te conocí un día,
no recuerdo de que mes ni de que año.
Eras entrañable, me dejaste ver tu mejor sonrisa.
Ambos estábamos emocionados y nerviosos.

Para mí tu representabas lo que yo más amaba,
yo para ti ... no sé que decir.

Conservo las fotos de aquel momento,
en aquel patio de mis colores preferidos,
colores ocres, de tierra y de historia,
colores de Castilla, seca y melancólica.

La música nos unió un poquito más a través de una armónica,
que ni tan siquiera sé, si la tocaste alguna vez.

Te fuiste y quiero creer que en alguna ocasión
me dedicaste un pensamiento.

Te imaginé sentado en el quicio de tu puerta,
o en aquella silla, junto a la chimenea,
esbozando una sonrisa como la de la foto,
conformándote con aquella visita,
sin preguntas ni respuestas, 
sonriendo...
simplemente sonriendo.

E.M.